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Esmérita Huiliñir Painemal

Actriz y pedagoga teatral

…nos conversaban, nos decían, por ejemplo: “¿y ustedes, no tienen miedo de los milicos?”, “No, ¿por qué?, estamos haciendo teatro y tenemos que salir adelante de alguna forma con la cultura”.

06 de octubre de 2021


¿Me puedes contar de qué trataba la obra
Venus de 1982?

Esta presentación la hicimos aquí en Temuco, en la plaza Teodoro Smith, que es una de las plazas del centro. Hacíamos la presentación ingresando a una de las entradas a la plaza. Venus era una obra cortita. 

Recuerdo que con Andrés (Pavez) nos íbamos en verano a Pucón, y en ese tiempo se podía acampar en la playa, lejos de la ciudad, y en las tardes nos íbamos a hacer teatro a un lugar donde había una plazoleta. Sucede que Andrés un día encontró en la playa un papel, un escrito; seguramente de un libro o algo tirado y lo recogió, y este era sobre Venus, la diosa Venus de la mitología griega y, ahí se le ocurrió a él hacer esta obra. Era una sátira en dónde Venus se jacta de su belleza, del Olimpo, de todo, y Andrés hacía el papel del hijo de Venus. La Venus era sofisticada, muy insistente en lo de la belleza, para ella todo era hermoso. Entonces aparece en escena el Andrés como un hippie, con una peluca con pelo largo, produciéndose un diálogo muy chistoso. Él escribió Venus. 

En ese tiempo solamente estábamos los dos, y nos íbamos a la playa y hacíamos presentaciones. Ahí, confeccionábamos el vestuario, yo le ayudaba, él era muy creativo, era diseñador. Hacía unos vestidos preciosos tanto teatrales como para vestir en el verano. Era maravilloso, una persona muy creativa. 

Tiempo después, nos fuimos a Santiago a trabajar, a actuar. Hacíamos varias presentaciones durante el día y en una de esas nos tomaron presos, y nos llevaron a la comisaría de Santiago Centro. Ahí estuvimos en la celda con otras personas, me acuerdo de que había una señora que era vendedora ambulante. A Andrés lo dejaron al frente en diagonal a mí, con varias otras personas, que eran ebrios o vendedores ambulantes, porque en ese tiempo todo estaba prohibido y el teatro igual, y como estábamos haciendo teatro nos llevaron. No teníamos permiso, de hecho, no daban permiso. 

¿Esmérita y tú empezaste a hacer teatro en 1981 con Andrés o tú hacías teatro desde antes?

Cuando fue el Golpe Militar yo tenía 13 años, y salí de la enseñanza media el año 1979. Tú comprenderás que a mí siempre me gustó el teatro, de niña me gustó, pero nunca tuve posibilidad de entrar a un grupo, no había en Temuco. Estamos hablando que salí del colegio en plena dictadura, entonces no había nada, todo lo cultural estaba cerrado. Recuerdo que durante la enseñanza media me inscribí en el liceo en un grupo de teatro, pero nunca funcionó. Nunca conocí a la profesora, a los integrantes, porque nunca hubo un taller, no sé por qué. Así, que cuando conocí a Andrés tuve la oportunidad de hacer teatro y la tomé. No me importó nada porque tú comprenderás que en ese tiempo era muy difícil todo, por ejemplo, el hecho de que te vieran en la calle actuando, era peligroso y te consideraban loca. Cómo se te ocurría pensar en una mujer en la calle gritando, actuando. Más encima con Andrés que era tan extravagante. Él era muy extravagante, llamaba la atención inmediatamente, pero yo me arriesgué y le dije “quiero hacer teatro”, porque era mi oportunidad, no podía tener otra oportunidad y ahí empecé a hacer teatro con él.

Me acuerdo de que él estaba llegando de Brasil y una amiga me comentó: “Sabes qué, nos hicimos amigos de un loco que hace teatro, y anoche estuvo actuando en el paseo Bulnes”. Y le dije: “Yo lo quiero conocer, ¡lo quiero conocer!”, me quedé allí y conocí a Andrés, me invitó a una función que era al otro día. Por supuesto que yo fui. Me acuerdo de que fue en el paseo Bulnes abajo del Caracol que todavía existe, este era el primer centro comercial que se formó, entonces se conglomeraba mucha gente. Ahí lo fui a ver actuar, hacía una obra solo, con su vestuario, todo lo ponía abajo en el piso y la gente llegaba, porque era muy novedoso, porque nadie se atrevía a nada y me acuerdo de que la obra se llamaba Vicente Victoriano, El Marqués de Carvallo. Era un monólogo y se mofaba de que era un marqués, con vestimentas y toda la facha de un marqués, pero todos los pantalones rotos; era una persona que no se daba cuenta realmente de su realidad, el personaje. A la gente le encantaba.

Andrés fue muy admirado acá en Temuco, en la región era una persona que de presencia no podías dejar de mirarlo, no pasaba desapercibido. Ahí me hice amiga de él, me invitó a su casa y fuimos. Me dijo que necesitaba una persona, que quería hacer teatro infantil y yo le dije: “¡yo!” y me dijo “¿has hecho teatro antes?”, “no, pero tengo todas las ganas”. y tenía una obra de Héctor Lillo que se llamaba El queso y el salchichón y me dio el papel de Ramona que era la ratoncita, eran tres hombres y una mujer. Yo hice el papel de Ramona, me lo aprendí inmediatamente y con eso actuamos en la calle, también en el Paseo Bulnes.

Íbamos a los colegios también, vendíamos presentaciones. Me acuerdo de que íbamos a hablar, y nos decían que sí de inmediato. Como nos veían en la calle éramos muy conocidos. “¡Ah, pero si ustedes son los del Paseo Bulnes!”. Nos hicimos famosos. Íbamos a colegios básicos a presentar El queso y el salchichón, cobrábamos una entrada y los niñitos disfrutaban del teatro.  Lo mismo hicimos con Venus que era una trilogía que armamos. La primera era Adán y Eva, eran dos personajes Andrés y yo, después venía un drama que se llamaba La Autocompasión y después venía Venus. Había toda una situación de cambios de vestuario, de maquillaje y todo, realmente era un espectáculo. 

¿Junto a Andrés, David y Luis Germán formaban el Teatro de Feria? ¿Ese fue su nombre desde el comienzo? 

Sí, desde un principio. Con ellos, por ejemplo, con David Absalom y Luis Germán hicimos El queso y el salchichón, y también hicimos El Principito, una adaptación que hizo Andrés y eso lo presentábamos, también la dimos en el aula magna de la Universidad de la Frontera, aquí en Temuco. Hicimos una presentación en el colegio Santa Cruz también, pero nosotros realmente nos dedicábamos al teatro callejero, porque nos ganábamos la vida con eso. Para mí ese era mi trabajo, para Andrés igual. Él vivía del teatro. 

Por mi parte, yo venía saliendo de la enseñanza media, ninguna posibilidad de entrar a la Universidad. Siempre quise estudiar algo, una carrera universitaria, pero no había posibilidades. Además, mi familia venía de un estrato social económico de obreros. No había otra oportunidad y aproveché y me dediqué a eso. Me ganaba mis pesitos, nos repartíamos, dejábamos para vestuario y recorrimos mucho, hacíamos mucho teatro. Nos fuimos al norte también, nos íbamos a invernar allá, porque Temuco en el invierno es muy frío y en ese tiempo era peor que ahora. La Serena, Coquimbo, Antofagasta, Copiapó, Arica, Iquique, etc., permanecíamos todos los meses de invierno en el norte. 

Nos quedábamos en hostales, que en ese tiempo era muy accesible, y ahí hacíamos teatro en la calle, en todas las ciudades y cuando podíamos hacíamos teatro en las Universidades.

Esto también fue porque cuando estuvimos en Santiago y nos tomaron presos, nos dio mucha rabia porque nosotros andábamos con un cultrún, un instrumento hermoso, y los de la comisaría se lo quedaron, no lo quisieron entregar. Así que después dijimos: “nos vamos al norte” y nos fuimos de Santiago. 

¿El teatro que realizaban en las calles se basaba en la improvisación?

Mira, en el callejero tiene que ser todo siempre muy cortito y dinámico, entonces preparábamos cosas cortitas pero que tenían un inicio y un fin, era bonito. 

Es cierto que había un libreto, pero también había mucha improvisación, porque tú no sabes con qué te encuentras en la calle. Por ejemplo, nosotros armábamos un escenario con los bancos de la plaza. Armábamos como un círculo o semicírculo cuando podíamos. Hacíamos como un teatro circular. La gente muchas veces se detenía un rato a vernos, nos colaboraba, se iban esas personas y llegaban otras, era un constante recambio de audiencia. 

Por lo tanto, según lo que cuentas, Andrés escribía o adaptaba los textos y luego jugaban con ellos improvisando. ¿Estos textos eran solo teatro para niños y niñas o había algo más?

Efectivamente el teatro para niños eran historias para niños, me refiero a cuando las hacíamos para los colegios; pero en el teatro de calle sí había un mensaje, político si se quiere.

Andrés también creó Las Mujeres de Plástico o algo así, que en ese tiempo estaba como empezando, era como una crítica social y política. Esta mostraba todo lo que estaba ocurriendo. Por ejemplo, de las mujeres de “plástico”, lo banal, lo superfluo, en lo que se estaba convirtiendo la sociedad de ese tiempo, y de pronto por ahí podía salir alguna cosa como política, pero iba en el subtexto. 

Una Eva y Un Adán, por otra parte, era un tema relacionado con la comunicación entre la pareja. 

También Andrés creó una obra que se llamaba Las Máscaras, era como una obra filosófica, donde él aparecía con una túnica blanca. Me acuerdo de que yo tocaba el cultrún y hacía cosas con instrumentos, mientras Andrés aparecía con una túnica blanca y se pintaba el rostro de blanco. No recuerdo bien el texto, pero era más relacionado con lo existencial, la superación del ser humano, de ese tipo. 

Lo otro que hacíamos en ese tiempo cuando se empezó a abrir un poco el espacio público, fueron los cafés concert y las peñas. Y ahí salíamos con unos afiches hechos con témpera o acuarela, y los salíamos a pegar por las calles.

Ahora bien, nosotros nos dábamos cuenta de todo lo que estaba pasando y también estábamos en desacuerdo. Es que somos hijos de la dictadura. 

¿La calle era por una necesidad de espacio o simplemente por elección?

Nos gustaba la calle. Teníamos espacios, piensa que también actuamos en las Universidades, hacíamos cafés concert, íbamos a los colegios. Además, había otros grupos de teatro acá, grupos universitarios. Yo empecé a conocer gente del medio porque empecé a hacer teatro con Andrés, y ahí se me abrieron puertas. Andrés siempre va a ser importante para mí, Andrés fue el encargado de abrirme las puertas en lo teatral.

Cuando Andrés se fue a Santiago ¿tú te quedaste en Temuco?

En Temuco me quedé porque armé pareja.

Igual recuerdo que con Andrés discutimos, peleamos y después nos reconciliamos, así numerosas veces, y seguíamos trabajando. Pero luego Andrés conoció a Isidora Aguirre quien lo incentivó a irse a Santiago.

Ella nos facilitaba textos, hicimos Anacleto Avaro y ¿Quién tuvo la culpa de la muerte de María González?, pero ese teatro era más influenciado por Isidora. Ella fue quien se llevó a Andrés a Santiago.

¿En qué año se fue Andrés a Santiago?

En 1984, creo que a finales de 1984… a mí me costó superar eso de que él se haya ido, ni siquiera podía pasar por la calle Bulnes 

¿Dejaste de hacer teatro en la calle?

Mira, como te contaba, Andrés me abrió las puertas, y como me empezaron a conocer empecé a frecuentar gente de teatro, y cuando Andrés se fue yo ingresé a la Compañía de Teatro de la UFRO.  Hice varias obras ahí con Manuel Fierro, que en ese tiempo era el director. Ahí empecé a profundizar en el teatro, conocí pintores gracias al teatro. Gracias a Andrés me hice amiga de mucha gente, Andrés era mi puente. Con él conocí al pintor Guillermo Meriño que fue partícipe del monumento a la Araucanía que hay acá, entonces él me contrató como su modelo y yo hice las machis del monumento. De alguna manera Andrés se encargó de dejarme contactada antes de irse, eso me ayudó harto. Más tarde estudié. 

¿Ustedes tenían alguna metodología antes de salir a escena?

Nosotros ensayábamos cuando podíamos, y desde allí surgían improvisaciones. Por ejemplo, nosotros con Andrés llegamos a tener una comunicación impresionante. En el escenario, ante cualquier cosa nos mirábamos y podíamos salir del paso, improvisar y continuar. 

Entonces, a veces ensayábamos, nos conseguíamos algún lugar para ensayar y, otras veces íbamos caminando, diciendo los textos. 

Era un teatro de improvisación en el fondo, había un texto, pero era muy chiquitito, una escritura 

¿Qué referentes tenían o qué referentes te dio a conocer Andrés?

Cuando íbamos a Santiago nos juntábamos con Andrés Pérez, sin embargo, yo creo que lo que más influyó fue su viaje a Brasil, el vio mucho teatro allá. Además, practicaba danza, lo que también sirve de entrenamiento.

Por otro lado, él admiraba mucho la cultura mapuche. Recuerdo que me decía “Meri, nunca tienes que olvidarte de que eres mapuche, ¡tienes que estar orgullosa!

¿Y cómo fue hacer teatro durante los ochenta, en plena dictadura?

Cuando hacíamos teatro en la calle, iban muchos jóvenes a vernos, niñas de los liceos, estudiantes universitarios. No teníamos miedo. Yo no recuerdo haber sentido miedo de hacer teatro y que me dijeran: “¿lo que estás haciendo?, te puede pasar algo”. No tenía miedo y Andrés tampoco, entonces hacíamos y hacíamos, nos sentíamos libres. 

¿Durante ese tiempo eran los únicos haciendo teatro en la calle?

Los únicos, por eso había gente que se acercaba a hablar con nosotros, “oye que bueno lo que están haciendo”, y nos conversaban, nos decían, por ejemplo: “¿y ustedes, no tienen miedo de los milicos?”, “No, ¿por qué?, estamos haciendo teatro y tenemos que salir adelante de alguna forma con la cultura”. La gente nos admiraba por la osadía que teníamos, bueno éramos jóvenes. Cuando nos tomaron presos en Santiago nosotros les dijimos: “a nosotros no nos van a detener, vamos a seguir haciendo teatro en las calles, en las universidades, en todas partes y, si ustedes tienen miedo de que esto se sepa, que se sepa fuera de Chile que nosotros estamos haciendo teatro en la calle”. Porque ese era uno de los temores. A nosotros no nos detuvo nada. 

Por último, Esmérita si pudieras resumir las enseñanzas que te dejó Andrés, ¿cuáles serían? 

Andrés me dejó integrado en mi corazón, en mi ser, lo que es el teatro. Él es el culpable de que me entrara el bichito del teatro. Y hasta hoy día estoy relacionada con teatro, a eso estoy dedicada. 

Dejé de actuar hace tiempo y me dediqué a hacer programas de diplomado relacionados con teatro, hago clases de teatro en la Universidad, hice un Magíster en Pedagogía Teatral, toda mi vida funciona en torno al teatro y esa es mi forma de aportar. Si yo no hubiera conocido a Andrés quizás me habría costado más, quizás nunca lo hubiera hecho.